8.9.06

EL SON ES UNIVERSAL


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"El Son es Universal ("Pablo Delvalle Arroyo)

A pesar de la estricta y expresa restricción del autor de no reproducir este artículo, con su venia y en pro del conocimiento certero de la tematica sobre el son, se les presenta este interesante material.


CAPÍTULO 11 Generalidades Sobre el Son
1.1 Orígenes
Tomé como punto de partida, para desarrollar la historia, la remota invasión de los continentes Europeo y Africano por los pueblos del Medio Oriente y parte de Asia que durante el avance de la humanidad se han caracterizado por su persistencia y obstinación para lograr lo que desean. Resalto entre ellos a los árabes con su arraigado credo religioso cuando conquistan a Egipto a mediados del siglo VI e imponen sus costumbres, creencias religiosas y filosofía en general. Para el año 700 se habían expandido por una vasta región hasta llegar a la isla de Pemba, frente al territorio de Tanzania. No se detienen, continúan su campaña conquistadora a lo largo y ancho de la Costa Oriental del continente africano; dejan a su paso gran parte de su acervo, representado en costumbres, cultura y religiosidad muy barajadas con las propias de cada zona.

Entran por primera vez en contacto con las tribus bantúes para influenciarlas; permutándoles sus hábitos y sus credos. A finales del año 710 e inicios de 711 bordean el estrecho de Gibraltar y llegan hasta la Península Ibérica para tomar posesión de los territorios y casan sus prácticas con las imperantes en esa parte geográfica del continente europeo. Por supuesto, la música que les hacía compañía en sus cabalgatas iba quedando diseminada por los suelos que eran sometidos.

Los aborígenes se adaptaron a las nuevas sonoridades y las fusionaron con sus cantos ancestrales en un definido rediseño del estilo de vida en el que ocuparon sitial las nuevas tonalidades que hoy se conservan a través del Son y las demás expresiones musicales de nuestra América Latina. Es útil recordar que uno de los creadores del arte musical de los ibéricos y de la melodía Árabe-Andaluza fue Abu I Hasan Ali Ibn Nafi.

Nacido en Bagdad en 822, apodado Ziryad El Merlo; ejecutante de laúd, cantante y fecundo compositor que fundó el primer conservatorio de música en Córdoba (España) logrando un marcado predominio en la estructura de las variantes musicales hispánicas.

Un tiempo después de la llegada del instrumento, Ziryad agregó una quinta cuerda al laúd, modificando para siempre la forma de pulsar sus cuerdas y su sonoridad. El arribo de músicos árabes a la península ibérica tuvo repercusiones importantes sobre la poesía, las melodías y los ritmos; además del modus-vivendi de los peninsulares, que desde la invasión quedaron marcados para siempre en todo lo que representaba su trasegar por la cotidianidad.


La historia registra a poetas de la talla de Abdul I Wabab, Mocadem Bin Mafa, Ubada Bin Mas-as-sama e Ib Kuzman; cada uno de ellos ofrecía una visión muy original de la rima y de la musicalidad. Fue esta la poesía que talló hondo en toda España y también la del sur de Francia, Italia y, por supuesto, en la música y canto de esos territorios. En el cancionero de Palacio y en las Cantigas, dos recopilaciones de canciones interpretadas en la corte del Rey Alfonso X en el siglo XIII, pueden notarse una clara marca en el sistema métrico árabe, conocido con el nombre de zajals. Incluso se encuentran vestigios de estas influencias poéticas y musicales en las colonias españolas en América. Así, el folklore andaluz pesa en las formas de interpretar las canciones campesinas cubanas conocidas con el nombre de guajiras (a propósito del nombre, éste viene del siglo XVI cuando los españoles ante el agotamiento de la mano de obra indo-cubana y la no llegada del negro a la isla, optaron por llevar indios guajiros de las costas venezolanas y la península de la Guajira en Colombia), y sobre la coreografía de la danza campesina típica El Zapateo.

Un dominio más tenue, por lo demás, se percibe en la música cubana actual, la de los descendientes de las tribus negras musulmanas como Mandingos, Peulsys y Wolofs, plantados por la fuerza en la isla. Si la península ibérica -en los tiempos de los reinados andaluces- fue el centro de la poesía, también lo fue de los instrumentos musicales que en su mayoría son de origen árabe laúd, rebab, tamborín y gaita, por citar algunos.

Las guerras santas y los mercaderes del África septentrional introducen, desde el siglo IX, la lengua árabe y el islam al África subsahariana. Las diversas tribus; entre las que sobresalieron los Hausay y Dyula llevaron el Islam al sur de Nigeria y Camerún para dejar huellas en forma definitiva entre los nativos que poblaban esas extensiones en las prácticas religiosas teniendo como vía expedita los cantos y sonidos instrumentales como su forma de diversión. Precisamente, fue durante esa época guerrera y de conquistas que la música africana y europea se tiznó del color árabe; esto sucedió 800 años antes de la llegada de los esclavos a los territorios americanos. En ese ir y venir conflictivo cargado de atropellos es que los elementos de la música africana se introducen en el canto de Arabia y de paso rayando a la música de Francia, España y Portugal. Fue el país de la lengua de Castilla en donde los moros se instalaron hasta 1492; recordemos que nuestra lengua está preñada por más de 4000 palabras de ancestro agareno.


Antes de 1492; 150.000 esclavos africanos habían entrado a España por la región de Sevilla y se integraron a la vida cotidiana; trajeron a cuestas sus raíces socio-culturales que sembraron entre los sevillanos. No olvidemos que en Sevilla estaba ubicada la famosa Casa de Contratación que era la encargada de administrar la trata de esclavos y desde ese punto se generaba el nutrido tráfico de dotaciones que embarcaban en su mayoría con destino al Caimán Verde del Caribe, Santo Domingo, Puerto Rico, Perú, Colombia, Venezuela, México y Panamá. La reactivación del negocio de encadenados, esta vez con la mira enfocada en el continente americano, y el contacto que nuevamente tienen con los europeos, fluyen elementos de identidad común entre el negro y la música propia de los colonizadores españoles, portugueses y franceses.

Después de la rebelión encabezada por Toussaint L’Ouverture en Haití en 1799, aproximadamente unos 3000 esclavos salieron en franca huída en improvisadas embarcaciones rumbo a Cuba y en especial hacia su parte Oriental. Después del desembarco se prende la mecha del proceso de transculturación que les permite mostrar y sembrar en los pobladores sus raíces socio-culturales; hoy día aún persisten parte de sus tradiciones musicales. Obvio, este fenómeno causó repercusiones sustanciales en el desarrollo de la música de aquellos días. Tratando de reducir las secuelas de la rebelión, los haitianos llevaron consigo los cinquillos de su pentagrama e incursionaron en la música del Oriente cubano. Al margen de Cuba y Haití, hay que tener en cuenta que en el resto del mediterráneo caribeño existía una fuerte presión gala en los órdenes económico y cultural que era sentida en Puerto Rico, Martinica y Guadalupe. Los movimientos comerciales y culturales se sucedieron con frecuencia entre las principales ciudades de estas antillas y París.


El siglo XVI se caracterizó porque las predilecciones de las potencias colonizadoras marcaron los gustos y preferencias del comercio de esclavos, que en su gran mayoría procedían de la Costa Occidental africana. Los ibéricos se inclinaban por dotaciones yorubas, franceses por dahomeyanos; portugueses, senegaleses e ingleses por ashantis. Cada colonia reflejó las culturas de sus esclavos a través de la música, estilo para interpretarla, instrumentos, danzas y, en especial, el modo de asumir el canto. La brutal práctica de la esclavitud, rompió las tradiciones africanas y después se tardó mucho tiempo en su recuperación y florecimiento. En Cuba el choque entre culturas originó una cadena de cambios y, entre ellos, la imposición de las doctrinas religiosas que profesaban los conquistadores (tengamos presente que los españoles antes de pisar las tierras del Nuevo Mundo, ya habían sido seducidos por Romanos, Visigodos y Musulmanes). Sus hábitos musicales y los cotidianos métodos de producción, de alguna manera recibieron el influjo directo del sometimiento. Por lo tanto, este hibridismo adobado, posibilitó que el suelo de América recibiera una etnia multicolor y no la prístina de Europa. Continente este que desde el año 218 A.C fue dominado por legiones de invasores en distintas épocas, hasta cerca de 1479, cuando Isabel de Castilla y Fernando de Aragón suman esfuerzos para comenzar el proceso de unidad nacional en el territorio peninsular. Inicialmente la unión se conformó con fines políticos, alcanzando sus metas en las tierras conquistadas. El fenómeno se extendió a los distintos pueblos de la América colonizada, originando una vena creadora sin precedente alguno. El maridaje entre negros y blancos españoles le da rienda suelta al mestizaje que no solamente se observa en la fusión de las razas, sino también en la mezcla de una diversidad de atributos en varios niveles.


Durante más o menos 3 siglos, hombres y mujeres de disímiles cultos africanos entremezclan sus costumbres, dogmas y, porqué no decirlo, el basamento musical afectó con fortaleza a las razas que participaron en la ligazón que para los españoles era obligatoria. En cambio, para los africanos arrancados brutalmente de sus tierras constituía sumisión. La fusión sentó las bases para consolidar la identidad cubana que se proyecta en la nacionalidad que perdura hasta nuestros días.


SINTESIS SOBRE EL SON
Cuba la mayor de las antillas fue dotada por la naturaleza de un clima sabroso y unos vientos que le permiten a sus habitantes y visitantes el goce total; fructífera en artes, música y una tierra productiva culturalmente hablando que le ha permitido a sus hijos ser reconocidos universalmente. La historia musical de Cuba ha sido una semilla que devino de las confluencias canario/andaluces con la raza bantú venida por la fuerza desde África hasta nuestras tierras. En principio Cuba era un sitio de descanso de la larga travesía entre España y América que los conquistadores peninsulares usaban para aprovisionarse y dar rienda suelta al ocio, allí permanecían por un corto tiempo para luego proseguir su viaje a Centro y Sur América. Las actividades agrícolas y la minería en especial el oro no representaba para los españoles algo de importancia en la isla; muy poco eran los habitantes que tenía la isla en los primeros años de la conquista. Habitaban en Cuba a fines del siglo XV aborígenes cuya cultura corresponde a la edad del paleolítico: en su gran mayoría siboneyes, ya en aquel momento en proceso de extinción debido al salvajismo con que eran tratados por los peninsulares que llegaban a sus territorios. Su música al par que su cultura, era muy rudimentaria. Ni siquiera pudo ser el indio cubano cronista de su propia historia, como lo fue en México y Perú. De tal forma que sólo nos quedan las crónicas de los conquistadores de la época, o sea, a principios del siglo XVI, siglo este en que ya prácticamente desaparecidos, empezaron a ser reemplazados por indígenas guajiros que a la fuerza eran arrancados de sus territorios venezolanos y de la península de la Guajira en Colombia, es decir, que eso de llamarle a los campesinos cubanos ''guajiros'' viene del norte de América del sur y de allí se toma la palabra para denotar la música campesina que ostenta el nombre de ''guajira'' y que hoy día es reconocida como uno de los géneros musicales de la isla de Cuba. Pero no solamente en el siglo XVI llegaron indios guajiros a Cuba, también empezaron a llegar esclavos negros para reemplazar la mano de obra indígena que no resistía mucho el duro trabajo, los negros africanos eran en mayor grado más resistentes a la ardua labor del campo y a los quehaceres de los hogares del hispano radicados en la isla. Pero tampoco es para ilusionarse mucho, ya que Cuba por los años del siglo XVI, era un país despoblado, con unos cuantos villorrios, a lo que se suma La Habana, en 1515, en su primer emplazamiento, en la costa Sur. En este siglo también empiezan los ajetreos musicales de los primeros negros llevados a la isla, que los hay, por lo menos, desde 1513. Será un siglo mísero en música, sólo se destacaban los llamados por medio de tambores y flautas para avisarle a los vecinos de actos cívicos, como reuniones de cabildos, y pregones militares, ataques de piratas y filibusteros o actos religiosos de interés para los pobladores. Después aparecen otros instrumentos de cuerda, como la vihuela que servía de instrumento acompañante, precursor de la guitarra, que se usaba en España, mientras en el resto del continente europeo se prefería el laúd por su sabrosa y melosa sonoridad. Entrado el siglo XVII, Cuba empieza a dotar sus tierras de ganado, intensifica su producción agrícola, que requiere poco personal, empezará lenta y paulatinamente la producción de azúcar y el cultivo del tabaco. Lógicamente estos cambios en la ganadería y la agricultura aumentarán su población, que a principios del siglo era de poco más de veinte mil personas. Seguirá en su puesto de puerto de abastecimiento y trampolín para que los peninsulares continúen su ruta por el caribe. Se fortalecerá la música religiosa, y Bayamo quizás por el contrabando imperante se fortalece musicalmente; y lo mismo sucede con La Habana, que se convierte en el puerto de las flotas, lo que le permite tener acceso a bailes excitantes y lascivos que llegan de las Indias.

Porque la verdad es que es una producción en la que intervienen los restantes puertos de la cuenca caribeña: Cartagena, Santa Marta, Veracruz, San Juan. Cabe la posibilidad de que la vida en esos puertos fuese muy parecida a la que se daba en La Habana.

Comienza con el siglo XVII, la exportación musical. El tango irá a la región central de América del sur, lo que hoy se conoce con el nombre de región del Río de la Plata, donde están enclavados los países de Argentina y Uruguay, ya sea en forma directa como lo consideran algunos investigadores o por vía indirecta, haciendo escala en España, y con el pasar de los años se convertirá en baile nacional de Argentina; a veces la exportación musical causaba ciertos malestares, como es el caso cuando llega el baile: El Chuchumbé a Veracruz y la inquisición tuvo que tomar cartas en el asunto que en cierto momento empezó a pasar a mayores debido a la violencia corporal y los gestos obscenos con que se bailaba.La marcada intervención de lo blanco y negro con la anuencia de la iglesia, diferenciará la música folklórica de Cuba del resto de América, salvo Brasil, las costas de Perú, Colombia y tal vez Venezuela.


Entra el siglo XVIII, y la rivalidad entre Santiago de Cuba y La Habana se agudiza más por mostrar la hegemonía política de la isla, y como una de sus facetas el plano musical. La cosa parecía ponerse a favor de La Habana, pero en cierto momento llega a la Catedral de Santiago el músico habanero Esteban Salas, quien hace una extraordinaria labor musical al frente de la mencionada Catedral, desplazando a La Habana, lo más curiosos es que a pesar de que el número de negros en la isla era inferior al de blancos, los músicos negros superaban en gran cantidad a los blancos; aquí empezaba a notarse la hegemonía musical del negro sobre el blanco en Cuba. Y así transcurren las cosas hasta que en 1791, estalla la revolución negra de Haití; es insofocable, y los colonos franceses se ven forzados a abandonar sus hogares y huyen despavoridos, algunos van a Nueva Orleáns y la gran mayoría se traslada al Oriente cubano, región muy próxima a Haití. Y claro fueron muchos los esclavos que se fueron con sus amos, a su nuevo destino, tal vez porque ya se habían acostumbrado a ese tipo de vida o quizás por temor a quedarse sin el sustento diario. En este momento histórico, Cuba y en especial la provincia Oriental sufrirá un cambio radical en muchos aspectos, pero el de nuestro interés es el musical.


Los orientales en su vida pasiva y amable, supieron dar la ayuda desinteresada a los asilados que llegaban, y estos, no los defraudaron. Y siguiendo la idea de lo musical, nuevamente le tocó a La Habana ceder el primer lugar a Santiago de Cuba, gracias a los recién llegados. Rápidamente el señor Dubois forma la primera banda de pardos de Santiago de Cuba. Los franceses hacen un teatro de guano y un café concierto al mejor estilo europeo. Los santiagueros aprenden nuevos bailes, que creen de pura estirpe europea, pero ya tienen el sabor y el tinte africano; el que más gusta y afinca es irónicamente de ralea inglesa que ya antes habían estado en Cuba, cuando la invasión. El country dance inglés llevado a la bretaña francesa, se ha convertido en la contre-danse francesa y finalmente en la contradanza, ya cubana. Se ve a la luz del mundo el primer género criollo netamente cubano; pero valga la aclaración de que no se puede hablar de la influencia francesa en la música cubana como muchos investigadores han escrito, más bien hay que hablar de la influencia afro-francesa, porque la contradanza y los otros ritmos que llevan los franceses al Oriente cubano, pero sobre todo la contradanza, tiene ya impregnado, el modo de hacer africano. Paralelo a la entrada de la contradanza y en un nivel más popular, entra el cinquillo, un elemento rítmico de neto origen africano; y que se encuentra en la base de muchos ritmos africanos, en otros lugares de América Latina; está en ciertos toques lucumí; de manera que cabe la posibilidad de que ya estuviera antes de la llegada de los franceses a la provincia Oriental cubana; lo cierto es que era la base de las primeras cancioncillas en patois-creolé que llevaron los negros afrancesados y que estaban construidas sobre la base del cinquillo; así está por ejemplo, en el Cocoyé, que se convirtió en la provincia Oriental, en algo así como un canto nacional. Al ser introducido en la isla, el cinquillo se impregnó a la base rítmica de casi todos los cantos y danzas orientales.


Fueron muchos los hechos musicales acaecidos en el siglo XIX, en Cuba. La famosa danza de San Pascual Bailón, es publicada por Anselmo López en 1802, y gracias a eso llega hasta nosotros, al igual que la tan criticada Guabina, o la sabrosa y picara guaracha cubana El Sungambelo. A la par de cosas con mucho sabor ya autóctonamente cubanas, se publican otras canciones de letras imposibles por su rebuscamiento, como es el caso de La Corina; otras canciones se van impregnando del sabor cubano, criollo, por las circunstancias, como La Bayamesa, con letra de José Fornaris y música de Francisco Castillo Moreno y Carlos Manuel de Céspedes, luego padre de la patria; antes de la revolución de 1868, que de canción romántica pasó a ser una canción patriótica. Esta, como otras canciones de estilo italiano o francés, se acriollan hasta el punto de pasar a ser propias de las bellas tierras cubanas.

La bibliografía aparece en la obra. (mas de cuatrocientas referencias entre libros y revistas).
PABLO E. DELVALLE ARROYO

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