4.10.06

REFLEXION ? ...


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Hola, hoy les presentamos una parte del Cap. 14 del libro VOLAR SOBRE EL PANTANO de Carlos Cuauhtemoc Sánchez que recientemente he leído y me ha parecido interesante que se reflexione acerca de lo que el llama rascacielos. Por ahi derecho los invito a que se lean el libro completo, es interesante y valioso, como todo lo que escribe C. C. Sánchez.

14
EL RASCACIELOS

Lisbeth y yo nos hallábamos en la austera recepción del hospital, recargados el uno en el otro, esperando que llegara la psicóloga social.

Pude haber arrancado a las enfermeras las noticias que me ocultaban, pero se encerraron en la oficina y no salieron sino hasta haber calculado que mis ánimos se habían tranquilizado.

“Además -racionalicé-, es una hora muy impropia para visitar a Alma, dondequiera que esté."

El taxista entró furioso a preguntar si se iban o no a requerir sus servicios. Me puse de pie para disculparme y extraje un billete de la cartera que le extendí como pago por su espera. El hombre me lo arrebató y se retiró sin dar las gracias.

Volví a sentarme junto a mi esposa y cerré los ojos tratando de calmarme. Pensé en muchos temas buscando distracción: la próxima ceremonia inaugural de mi empresa, lo extraño del viaje que habíamos realizado, la forma en que Lisbeth y yo nos reencontramos.

Sin querer, mis pensamientos se detuvieron ahí.

Ella tenía treinta y dos años; yo treinta y tres.

Lisbeth había sido postulada para recibir un premio por su labor realizada como directora del “Centro de Protección para la Mujer". Era una psicóloga con posgrados relacionados con la motivación de la conducta humana. Yo formaba parte del comité que otorgaba los galardones. Estaba sentado en la mesa de honor cuando el maestro de ceremonias llamó a Lisbeth. El público aplaudió. Una espigada mujer de aspecto elegante subió a recibir su premio al estrado. Apenas se acercó, tuve la certeza de haberla visto antes, de saber quién era. Incluso, aunque mi mente perezosa y torpe tardó en acordarse, mi corazón reaccionó de inmediato, saltó y empezó a latir cual si se hallase frente a la mujer en la que había soñado por años aguardando pacientemente la hora de volverla a ver: ¿Es ella? Cuestionaba mi intelectualidad incrédula. No. No puede ser... Ha pasado tanto tiempo... Personalmente le di el diploma y la felicité con un apretón de mano. Luego pasó al atril para dar un breve discurso de agradecimiento. Su forma de inclinarse frente al micrófono, su forma de mirar a la audiencia con ternura y autoridad, su voz pausada y clara, su sinceridad y su magnetismo, no me dejaron duda. Había sido mucho tiempo de pensar en aquella joven del testimonio, de fantasear con lo que le diría si volvía a verla... Mis manos temblaban al contemplarla.

El público le aplaudió. Lisbeth descendió del estrado y yo me puse de pie, disculpándome, para bajar por el otro lado del escenario discretamente.

El congreso de “valores" estaba tocando a su fin. Yo era director de la Asociación Nacional de Empresarios Jóvenes y se me había delegado el discurso de clausura. Sólo tenía tres o cuatro minutos. Le pedí a una edecán que llamara a la recién galardonada.

-¿Te acuerdas de mí? -le pregunté sin muchos rodeos en cuanto llegó acompañada por la auxiliar.

-No -contestó con el ceño ligeramente fruncido.

-Tú fuiste burlada y deshonrada por un hombre.

Enrojeció de inmediato y me miró atemorizada.

-Te vi al frente de un grupo dando un testimonio de amor a la vida. Me impactaste. Hablaste del pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano comiendo gusanos, sucio por el pestilente lodo, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida y él se vio forzado a emprender el vuelo llegando finalmente a un bosque fértil. La figura de un pájaro volando sobre el pantano me ha motivado durante muchos años a salir de mi propia ciénaga.

Lisbeth hizo un esfuerzo por recordar. Me estudió con la mirada.

-En aquel entonces -la ayudé-, no tenía esta prótesis ocular... Yo era un joven tímido... Leyendo y subrayando un libro a la entrada del grupo de autoayuda.

Me observó unos segundos más sin poder articular palabra.

-Dios mío -susurró asintiendo al fin-. Qué pequeño es el mundo.

El presentador anunció la conferencia de clausura.

-Tengo que decir unas palabras -me disculpé-; por favor, no te vayas. Hay muchas cosas que quiero platicarte.

Subí al estrado y comencé la charla comentando que estaba muy contento, ese día en especial, porque acababa de reencontrar a una mujer que muchos años antes me motivó, sin saberlo, a alcanzar mis más altas metas.

Pueden lograr sus anhelos, sobre todo si luchan por amor. Amor a Dios, a ustedes mismos, a la vida que tienen, a la pareja que tal vez no conocen.

Pensando en aquella pareja, un día me decidí a luchar inexorablemente. Ella merecía mi mayor esfuerzo y yo debía crecer para poderle dar lo mejor, en su momento.

Una noche me acosté preguntándome cuál sería la clave para triunfar.

Entonces soñé que la vida era un enorme rascacielos al que debíamos subir.

Los seres humanos iniciábamos en uno u otro piso nuestro ascenso según el nivel socioeconómico en el que nacíamos, pero aun los más privilegiados se hallaban en estratos bajos pues el rascacielos era infinitamente alto.

En cada piso había dos zonas perfectamente diferenciadas:

PRIMERA. LA ESTANCIA DE DISTRACCIONES. Una enorme estancia, llena de amigos, camas, televisores, fiestas y juegos, en la que podías pasártela extraordinariamente bien durante años enteros.

SEGUNDA. EL TÚNEL DE ELEVADORES: Un largo y amplio pasillo lleno de talleres y mesas de estudio en el que podías adquirir conocimientos y experiencias.

A este enorme corredor se le denominaba 'túnel de elevadores porque sus paredes estaban llenas de elevadores cerrados. Cuando se abría la puerta de uno, muchas personas saltaban y corrían hacia ella. Rápidamente se hacía una fila. El operador entonces formulaba una pregunta a la persona que había llegado primero. Si no sabía la respuesta correcta se le descartaba, se le hacía la pregunta a la persona que seguía en la fila y así se continuaba hasta hallar a la que tenía los conocimientos requeridos; a ésta se le dejaba subir y se le transportaba a un piso superior, mientras tanto, la puerta del elevador volvía a cerrarse frente a la mirada triste de todos los rechazados... Algunos, decepcionados, se iban a la estancia de distracciones, otros se quedaban en el túnel para volver a intentarlo.

Había quienes se la pasaban caminando, buscando que los elevadores se abrieran, pero sin trabajar ni estudiar, de modo que jamás subían porque no tenían los conocimientos exigidos.

Otros, por el contrario, se la pasaban muy entretenidos laborando y no se ponían de pie cuando el elevador se abría. Éstos, aunque tenían los conocimientos, eran demasiado timoratos para ser elegidos.

La persona que lograba subir, en el nuevo piso se encontraba con que la estancia de distracciones era más atractiva aún que en los pisos inferiores. De la misma forma el túnel de elevadores tenía talleres y mesas de estudio de mucha mayor dificultad, por eso, cuanto más alto era el piso, había menos candidatos a subir cada vez que se, abría un elevador.

Un detalle interesante llamó mi atención: los que se quedaban abajo difamaban y se burlaban cobardemente de los que subían muy alto. Siempre les decían que habían tenido buena suerte. Y en mi sueño supe que si la suerte era poseer los conocimientos necesarios y al mismo tiempo tener la agilidad para ponerse frente a la puerta que se abre, efectivamente los grandes hombres tenían mucha suerte.

Hice una pausa para observar a la audiencia.

Con agrado comprobé que Lisbeth me escuchaba de pie en el sitio en el que la había dejado. Entonces me sentí emocionado y continué mi discurso con mayor fuerza y exaltación:

Si tienes un familiar rico, no te creas con derecho a pedirle que te dé dinero. No lo tildes de tacaño, avaro, mezquino, miserable o egoísta si se niega a ayudarte. Tal vez tiene lo que tiene porque ha perdido menos tiempo que tú en la estancia de distracciones, porque mientras tú te la pasas haciendo planes sin mover un infame dedo, él se ha esmerado por prepararse en el túnel de elevadores y ha estado pendiente de las puertas que se abren. Eso es todo.

Puedes subir hasta donde quieras. Sólo los arcaicos de mente piden limosna; sólo ellos son inútiles, aunque tengan veinte años de edad... Pero tú eres joven mentalmente... Tú puedes lograr tus sueños.

Es bueno pedirle a Dios lo que deseas. Está bien hablar con Él y confiarle tus anhelos, pero hoy te reto a que en vez de decirle a diario: 'Dios mío, ayúdame en el negocio, la entrevista o el examen que voy a realizar'. Le digas: 'Señor, lo que tengo que hacer, lo haré lo mejor que pueda, pondré mi mayor cuidado y entusiasmo. Obsérvame en la entrevista o en el examen. Te brindo mi mejor esfuerzo este día y dejo en tus manos el resultado...

Eso es ser responsable.

Cuentan de un hombre que olvidó su bicicleta en el mercado. Al día siguiente, desanimado, seguro de que alguien se la habría llevado, regresó a buscarla. Se llenó de alegría al encontrarla exactamente en el mismo lugar en que la había dejado. Cuando iba de regreso a su casa pasó junto a un templo, se detuvo para darle gracias a Dios por haber cuidado su bicicleta toda la noche y cuando salió del templo, su bicicleta ya no estaba...

Amigo, amiga. Dios no cuida bicicletas. Él te da advertencias para que hagas tu parte... Tienes inteligencia, voluntad, conciencia, cuerpo; todos los elementos para triunfar, si no logras tus anhelos es que no pagaste el precio. Punto. No hay más... No le des más vueltas, no pongas más excusas... Comienza a hacer lo que te corresponde hoy mismo. Te reto a que tu mejor esfuerzo se convierta en tu mejor plegaria...

No lo olvides. Para subir el rascacielos se requieren dos elementos básicos. PREPARACIÓN Y SENTIDO DE URGENCIA.

Moverse, estar atento a las puertas que se abren, saber que tu tiempo es importante, que no puedes dejar pasar este día sin haberlo aprovechado cabalmente. Porque hay gente a la que no le corre la vida, que parece tener aceite en las venas, que está en su trabajo y se la pasa viendo cómo se mueven las manecillas del reloj y contando los segundos que faltan para salir. ¡Parásitos!, ¡estorbos!, ¡críticos que envidian el éxito de otros!, ¡mediocres que hablan mal de los de arriba!, ¡resentidos que no soportan que otro triunfe, y menos si vive cerca, si es de su misma ciudad o país, si es de su misma edad o más joven...! Pero entiéndelo... Para subir sólo requieres de dos elementos: SENTIDO DE URGENCIA Y PREPARACIÓN. ¡Paga el precio de ser alguien...! ¡Muévete en el corredor de elevadores!

Invierte en tu mente... Aprende, prepárate... Tú no vales lo que valen las facturas de tus bienes materiales, vales lo que tienes en la cabeza... Aumenta tu capital mental y lo demás vendrá solo... únicamente lo que guardas en la mollera te llevará firmemente hacia tus anhelos...

Hace poco escuché a una señora que se condolía de su ayudante doméstica diciendo:

-La pobrecita es analfabeta, no sabe leer...

Después supe que entre ella y su ayudante doméstica no había mucha diferencia, pues su ayudante no sabía leer y la señora sabía, pero no lo hacía, de modo que eran equivalentes. Una NO tenía la habilidad, otra la tenía, pero no la practicaba... Eso se llama ser un 'analfabeto con credenciales'.

Entiéndelo de una vez... Jamás subirás el rascacielos sin pagar el precio de llenar tu cerebro de conceptos y experiencias, de buscar puertas abiertas con valor y decisión . Así de simple. Ya no hay lugar en los pisos superiores para los que se evaden en fiestas, viéndo la televisión obsesivamente, hablando horas por teléfono, saliendo a perder el tiempo, buscando distracciones de cualquier tipo, viendo película tras película, descansando y durmiendo...

Un consejo más: ORGANIZATE... No actúes como muñeco de cuerda. La buena puntería de tu sentido de urgencia es básica para lograr los resultados deseados. No gastes energía en asuntos vanos. Pon en orden tus prioridades. Hay personas que pasan horas moviéndose de un lado a otro, pero nada de lo que hacen es verdaderamente valioso. Creen que cuanto más ocupados están, más importantes son... y con frecuencia se quejan por sentirse agotados y nerviosos, pero lo que más produce tensión, es saber que hemos estado aplazando nuestros proyectos importantes por ocuparnos en asuntos vanos; hay dos tipos de seres: cazadores de pulgas y cazadores de elefantes. Si pierdes el tiempo en mil detalles sin importancia acabarás exhausto y sólo tendrás pequeñas e insignificantes pulgas en tu bolsa. Si por el contrario te concentras en los asuntos de trascendencia, tal vez trabajarás igual, pero atraparás paquidermos. Lo que importa no es qué tan ocupado estás, sino cuánto, de lo que realmente importa, estás haciendo...

¡Haz las cosas! ¡Deja de suspirar y hacerte el mártir! ¡Si no triunfas, es porque no te da la gana! No pongas otra excusa, pues no la hay. SAL AL CAMPO DE BATALLA... Hazte oír, hazte valer... Trabajad y haceos publicidad. 'Si no crees en ti, nadie lo hará, si no levantas la mano por temor a la crítica, podrás morirte y nadie te echará de menos. ¡Lucha! ¡Hasta un poeta luchador es mejor que un poeta aislado! El hombre que se dice intelectual o espiritual y se retira permanentemente, en realidad es un holgazán. Cuando estés muerto, podrás retirarte con los espíritus, cuanto te apetezca. Hoy, en tu país, en tu empresa, en tu familia, se necesitan CONOCIMIENTOS Y ACCIÓN. La desidia es sinónimo de cobardía. Enfrentarse al mundo con agallas es la única forma de llegar primero al elevador y hacer historia. ¡Nunca alcanzarás tus metas sentado en la estancia de distracciones, comiendo palomitas, viendo una película y quejándote de tu mala suerte ... !

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